Arielle ve caer un avión aliado y decide ir a socorrer al piloto. No está muerto, así que lo ayuda a esconderse en una granja cercana. Gabriel, el piloto americano, va enterándose de la vida de su ángel de la guarda, a la que los alemanes llaman El Lobo, que forma parte de la red de la Resistencia que ayuda a gente a cruzar la frontera con España por Biarritz.
Esa primera noche hacen el amor. Lo que al principio es un acto de consuelo, pronto se convierte en algo más. Mientras los protagonistas cruzan el país enfrentándose a todo tipo de peligros, se enamoran. La noche antes de que Gabriel cruce la frontera, éste le pide a Arielle que lo espere. Como ve que ella no tiene esperanzas de volver a verlo, va a buscar un sacerdote y se casan.
Tiempo después, la guerra ha terminado. Gabriel pasa unos meses buscando a Arielle, pero al final se da por vencido y regresa a su rancho de Montana, donde les espera una gran sorpresa.
Por primera vez una autora española se atreve con una época histórica que hasta ahora se ha visto retratada en pocas ocasiones en novela románticas. En mi opinión esto es un error porque creo que es una época que da mucho juego para este tipo de novelas como la propia autora demuestra. Realmente le estoy agradecida por atreverse con la Segunda Guerra Mundial y por contarnos una historia sobre la Resistencia sin caer demasiado en los tópicos. Sobre todo por contarnos una historia de amor llena de aventuras que me ha cautivado de principio a fin.
La narración es fluida, está bien escrita. La acción y la aventura no decae en ningún momento y enseguida me he sentido identificada con los personajes. Gabriel es nuestro héroe que se ve derribado en territorio enemigo y salvado por una mujer tenaz, fuerte que ha sufrido la devastación de la guerra. Son dos personajes desconocidos que se ven unidos por circunstancias extremas y donde nace un amor de los de película con la que estoy segura que el lector disfrutará de principio a fin.
Creo que la novela está perfectamente documentada, el lector enseguida se ve sumergida en la Francia de la Resistencia con los peligros que esto conlleva. Desde que conocí a Arlette Géneve a través de “El carcelero de Isbiliya” me he sentido cautivada por su narrativa, creo que ha mejorado con los años. Lo que más admiro de ella es que apueste por lugares y ambientaciones poco comunes para las novelas romántica y que cree personajes con tanto encanto como Arielle y Gabriel.
La única pega que le pongo a la novela es que es extremadamente corta. A pesar de que la historia está bien desarrollada hubiera querido una novela muchísimo más larga. Aún así felicito a Arlette por esta novela y espero que nos deleite con muchas más de este tipo.
